Si este es tu caso, seguro que tienes algunas dudas al respecto. Por ello, aquí queremos explicarte con detenimiento las diferentes partes de las que consta un proyecto de interiorismo desarrollado por interioristas profesionales. Así sabrás lo que esperar de él y podrás generar en tu mente las expectativas adecuadas.
Si nos fijamos en los diferentes proyectos realizados por estudios de interioristas de prestigio como por ejemplo los interioristas de Docrys & DC, podremos ver que un proyecto de interiorismo puede abarcar desde un sencillo cambio decorativo de una estancia hasta una reforma completa de una vivienda, pero en casi todos ellos, independientemente del tamaño del proyecto, se cumplen casi siempre las mismas fases de desarrollo de un proyecto de interiorismo.
Las diferentes fases de un proyecto de interiorismo
La fase preliminar: primera toma de contacto entre el interiorista y el cliente
Probablemente, esta es la fase más importante de todas. El interiorista concertará una cita con el cliente que se ha interesado por sus servicios en el local comercial o en la vivienda que desea reformar y decorar. Este profesional analizará las características del espacio y recopilará todos los datos que, posteriormente, le puedan ser útiles para satisfacer las demandas del usuario.
En base a esa primera toma de contacto, el interiorista, en base a su experiencia y a su agenda de contactos, podrá darle un primer presupuesto estimado. Con él, el cliente podrá saber si puede hacer frente al proyecto o si es necesario abaratar los costes de su ejecución. Datos que también serán muy importantes para el decorador.
Fase I: redacción del anteproyecto
Esta fase empezará a llevarse a cabo en el momento en el que el cliente se decida por contratar los servicios del interiorista elegido tras recibir diferentes propuestas. En ese momento, este profesional acudirá de nuevo al local o a la vivienda y procederá a realizar las pertinentes mediciones. En base a ellas, y en solo unos días, le presentará un plano en papel o con imágenes 3D en las que aparecerán el resultado definitivo. Estas son de gran ayuda para que el cliente pueda hacerse ya una idea bastante exacta del resultado y pueda indicar modificaciones en base a sus gustos y necesidades.
Además, elaborará una memoria decorativa en la que también aparecerá el diseño de la fachada si procede y de las piezas textiles y de mobiliario que se pueden colocar después para dar un estilo definido al inmueble. También dejará un apartado para posibles sugerencias y modificaciones.
Fase II: el proyecto definitivo
Teniendo en cuenta las posibles sugerencias dadas por el cliente, el interiorista procederá a realizar las pertinentes modificaciones sobre la memoria del anteproyecto. El resultado será el proyecto definitivo, el cual deberá ser aprobado por el cliente para su posterior ejecución.
En el proyecto definitivo se deben incluir todos los planos necesarios. Hablamos, por ejemplo, de los planos de emplazamiento, de distribución, de zonificación y acotación. También deben aparecer aquellos relacionados con la instalación de la red de agua, de saneamiento, de electricidad e iluminación y de aislamiento y acondicionamiento térmico. En caso de ser necesario, incluirá también los planos de los sistemas de ventilación, de extracción de humos y de evacuación en caso de emergencia.
Fase III: los presupuestos
El interiorista puede no limitarse a dar un único presupuesto. De hecho, puede ofrecer varias alternativas en base a la calidad de los materiales elegidos y de las empresas prestadoras de los servicios de albañilería, fontanería, electricidad, etc. Evidentemente, en él se incluirá su comisión. También tendrá que asesorar al cliente de forma fiel a la realidad e informarle acerca de las diferencias entre unos y otros y de los resultados de los que podrá disfrutar según la opción que elija.
Fase IV: la ejecución del proyecto
Como es obvio, esta es la fase más larga de todas. Según la decisión del cliente, el interiorista será el responsable de contratar a las diferentes empresas que llevarán a cabo la obra, así como de adquirir los materiales pertinentes y de coordinarse con los proveedores para que estos lleguen a tiempo. De hecho, en base a todo esto, dará al cliente un calendario de obras en el que aparecerá, en último término, la fecha en la que el inmueble estará terminado y a su disposición.
El interiorista será el responsable de dirigir, coordinar y supervisar la obra para que las empresas contratadas desarrollen el trabajo según como está estipulado y pactado en los planos. También será el encargado de asegurarse de que los plazos dados sean cumplidos. Tendrá que permanecer en contacto permanente con ellas, tomar las decisiones pertinentes e informar al cliente de posibles cambios inevitables que hayan surgido por las circunstancias de la construcción.
Adicionalmente, se puede encargar al interiorista que se encargue de gestionar los permisos para realizar la obra y, en caso de tratarse de un local comercial, para proceder a su apertura. Sin embargo, esta no es una tarea intrínseca a esta profesión y puede conllevar el pago de suplementos.
Fase final
Una vez ejecutada la obra y decorado el interior del inmueble, el interiorista procederá a hacer entrega de todos los recibos y facturas de compra y contratación al cliente. Realizará junto a él también una revisión de detalles y acabados. Finalmente, el cliente deberá firmar el documento de conformidad por el trabajo realizado.
Además, una vez acabados los servicios del interiorista, este deberá dar al cliente un plazo de 3 meses desde la finalización de las obras en el cual se comprometa a resolver satisfactoriamente cualquier problema que pueda surgir en relación con el trabajo que ha desempeñado. Esto podría definirse como un plazo de garantía.
Conclusiones
En definitiva, estas son las fases de las que consta cualquier proyecto de interiorismo realizado sobre una vivienda o local comercial. Como habrás podido comprobar, son muchos los aspectos que controlan estos profesionales, por lo que liberan de trabajo y responsabilidad al cliente. Con ello, él puede centrarse en otros factores más importantes o, simplemente, tener la tranquilidad de saber de que las obras están en buenas manos y de que los resultados de los que disfrutará serán los deseados.